
¿Qué pasa cuando algo nos duele?... Como si se tratara de un caracol, ante algo que nos asusta o nos hace daño, reaccionamos cerrando una parte de nosotros. Es como si algo interno se resintiera y se cerrara para evitar ser más dañado. Es un acto reflejo, automático, donde no media la consciencia. Como cuando tocamos a un caracol y este se encierra en su caparazón. Ocurre en cuestión de segundos: nuestro interior siente dolor y se cierra. Es un acto involuntario, que a veces notamos con una sensación física como puede ser, una punzada en el estómago o un “latigazo” en el corazón. De igual modo, el dolor está y la protección ha saltado. Y… esto está bien. Es una autodefensa natural y adaptativa que nos permite sobrevivir, al igual que al caracol. Simplemente tenemos que saber que existe, respetar ese tiempo necesario para poder respirar lo que nos ha sucedido, y poder curar con tranquilidad el daño sentido. No hay prisa. El tiempo que necesitemos estará bien, como el tiempo que se toma el caracol para volver a salir de su concha.
Los momentos de dolor forman parte de la vida, en realidad también SON VIDA y por lo tanto están en nuestro camino. Todos los seres vivos ya sean insectos, plantas, animales o seres humanos viven situaciones de dolor, miedo y estrés en varios momentos de sus vidas, forma parte del crecimiento. Por ello, es tan importante aprender a gestionar esos momentos, ya que los viviremos varias veces.
Pero, ¿qué pasa cuando tenemos prisa por solucionarlo, cuando no sabemos cómo reponer de lo sucedido o cuando no queremos sentir ni asumir ese daño?. Pasar por alto el tiempo necesario para sanarse, aprender y volver a confiar, puede llevarnos a tapar el dolor de manera insana, por ejemplo con bromas y gracias, actuando “como si no hubiera pasado nada”, trabajar, dormir o comer más de lo necesario para evitar sentir, manipular a las personas que nos rodean victimizándonos, culpar, … pero ninguna de ellas nos refuerza ni nos ayuda a madurar.
Existen otros caminos que podemos elegir más sanos y útiles a largo plazo. De entre todos ellos, yo os propongo una opción: la de confeccionar un BOTIQUIN EMOCIONAL. Se trata del mismo botiquín médico que tenemos en casa para cuando nos duele la cabeza, tenemos descomposición o nos hacemos una herida; pero para el dolor emocional. Para confeccionarlo puedes escribirlo en una hoja, coger una caja donde guardes aquello que te puede ayudar o grabarte un audio. Da igual, lo importante es que tengas en algún lugar, un “cofre” con todo aquello que te pueda ayudar en los momentos más delicados. El objetivo es que tengas a mano y sin esfuerzo, una batería de “ayudas” para cuando estás en el centro del huracán. A partir de ahora, puedes prestar atención y recopilar estrategias que te ayuden en determinados momentos. Por ejemplo, incluye herramientas que te ayuden a:
- Expresar el dolor en un momento dado. Para ello puede servir escribir para soltar todo aquello que piensas o sientes y después deshacerte de la/s hoja/s, salir a correr con fuerza para expresar rabia, una canción que te ayuda a expresar…
- Calmarte si estás muy alterado/a. Para ello puede servir un cd de relajación, una visualización, algún ejercicio de yoga, un paseo por la playa o el campo, un libro, un poema, gritar, montar en bici...
- Centrarte sin adelantarte a los acontecimientos. Para ello puedes hacerte un escrito con frases o preguntas que te ayuden en este sentido (¿lo que me estoy diciendo ahora sobre esto que me duele pertenece al presente o estoy fantaseando sobre el futuro?, ¿esto que me digo ahora me fortalece o me debilita?, ¿estoy dramatizando?...)
- Recordarte tu fortaleza y tu aprendizaje del pasado cuando superaste situaciones que pensaste que no ibas a ser capaz. Para ello te puede servir confeccionar una especie de lista donde anotes momentos duros de tu historia personal donde comprobaste que pudiste pasar por ellos.
- Hacer una carpeta con aquellas canciones que por su melodía, por su letra, por su artista te ayudan a coger energía
- Normalizar tu vida. Para ello te puede servir anotar aquellas actividades que sabes que te viene bien: viajar, hacer senderismo, leer un buen libro, salir a tomar un café, bailar, tocar un instrumento, quedar con alguien especial, mantener tu rutina, cocinar...
- Etc